Literatura

Madame Bovary y el vacío existencial del siglo XXI

Por Luis Lopez Galan

Madame Bovary (G. Flaubert, 1856) es uno de los mayores referentes del realismo literario y del llamado romanticismo tardío, una obra cumbre del siglo XIX estudiada también por el intenso factor psicológico que marca el crecimiento de sus personajes. No podía ser de otro modo en un siglo en el que la psicología comenzaba a luchar por su emancipación como ciencia. El «bovarismo», nacido de aquella historia, se ha mantenido asimismo vigente hasta hoy, fusionado en nuestra sociedad actual con otro factor clave: el vacío existencial.

En la obra, la imaginativa Emma llega al matrimonio de la mano del médico Charles Bovary, pero este no resulta ser lo que ella esperaba a partir de las novelas románticas. No es apasionado ni excitante y, sin duda, no la complace como ella había esperado. Tampoco su vida provinciana lo logra, alejada como está de la gran ciudad y aislada en mitad de la campiña. Esa no es la que había imaginado que tendría, la vida que se había ilusionado por tener. Su rico mundo interior, sus sueños e ilusiones, buscan solución entonces a la apatía a través del dinero y los escarceos amorosos. Pero los logros que el dinero y los amores secretos le reportan tampoco son lo que esperaba y Emma termina cayendo en un estado perenne de insatisfacción.

Los dos mundos de la novela se abren con la misma luminosidad: el exterior, el pueblo, la vida allí fuera; el interior, la psicología de Emma, la vida aquí dentro. Lo que existe a su alrededor, al final, no es más que el mero escenario donde las acciones provocadas por su interior van sucediéndose. Poco importan el marido y la hija, las normas sociales, los colores que debe una vestir en esa Normandía cenicienta. La heroína inadecuada toma decisiones siguiendo sus instintos más pasionales, sin hacer caso a las consecuencias que aquello pueda o no traer, y esas consecuencias serán de hecho las que terminen ganando la partida al final de la novela. Por muy héroes que queramos ser, parece que explica el poso que se nos queda al cerrar el libro, estamos obligados a vivir en la sociedad que nos ha tocado.

Flaubert rescató en Madame Bovary el espíritu de Don Quijote: ambos tratan de introducir sus anhelos, sus sueños e incluso sus enajenaciones en el devenir de sus días. En el caso de Bovary, se trata de una mujer encerrada entre dos gruesos muros que se le van viniendo encima: el ser provinciana, que no concuerda con las excitantes y pasionales aventuras que había leído en sus novelas, y el ser mujer, que tampoco coincide con lo que la literatura otorgaba a las heroínas, ni muchísimo menos a cualquier hombre. De ahí que los dos delirios de Emma sean el dinero y el amor. O al menos su noción literaria de ambas cosas: el dinero como representación del poder masculino, el amor como idea de la libertad femenina.

La novela de Flaubert y su éxito lograron que la psicología de Emma fuese estudiada de manera pormenorizada desde muy distintos puntos de vista. Uno de ellos fue el del filósofo Jules de Gaultier (1858-1942), quien se encargó de crear un nuevo vocablo, el «bovarismo»2. Esto es la tendencia por la insatisfacción crónica cuando no se consigue ser quien uno había querido ser, al observar la desemejanza de la realidad con ciertas ilusiones, pretensiones o sueños que se habían imaginado para la vida. Es lo que le ocurre a Emma: el futuro soñado no llega y eso es algo muy difícil de sobrellevar. Lo que se quiere ser no concuerda con lo que se es y se toman decisiones que tratan de remendarlo, pero que pueden conducir a una insatisfacción mayor al no conseguirlo.

No es difícil que el «bovarismo» de Gaultier nos haga recordar casos comunes, más todavía en la era de las redes sociales. Ese tipo de personas que tiende a crear una existencia virtual que no existe como tal en la realidad. Sin embargo, podríamos ir más allá y tratar de llevar el complejo de Emma a lo universal: ¿vivimos una tendencia general al «bovarismo»? Sirva una frase del sociólogo Z. Bauman a modo de respuesta: «en el mundo actual todas las ideas de felicidad acaban en una tienda»3. Las redes sociales, como el consumismo, intentan paliar nuestra insatisfacción, nuestro vacío existencial. Ese no saber qué hacer con nuestras vidas.

¿Qué estoy haciendo? ¿Qué hago aquí? ¿Hacia dónde voy? La incapacidad de responder a estas preguntas lleva, en determinados casos, a una melancolía profunda, a un vacío. En el «bovarismo» consumista de nuestra «era Amazon», lo llenamos gastando dinero. Bauman hablaba de la «modernidad líquida»4: una sociedad en cambio constante. Somos un río que no se detiene nunca y se transforma a cada rato, un río que, en su acontecer, nos complica las cosas cuando tratamos precisamente de responder a aquellas preguntas que nos surgen en el interior, que nos invita a mirar hacia la otra orilla cuando aparecen, a llenar el vacío con algo más superficial: con una nueva compra.

Lo negativo de esto, además del agujero en la cuenta bancaria, es que el vacío se llena únicamente en el corto espacio de tiempo en el que se abre el paquete de Amazon recién llegad. Una vez abierto, volvemos a caer porque necesitamos hacerlo. Si se nos está llevando el curso de un río que no se detiene, quizá nosotros, puro líquido, según Bauman, debamos aprender a nadar y a hacerlo incluso a contracorriente. La batalla contra el río únicamente la podemos ganar cuando conocemos nuestras capacidades, cuando nos conocemos a nosotros mismos, cuando desarrollamos un pensamiento crítico que, contra todas las mareas, no detiene nuestra capacidad autónoma de pensamiento. Quizá así, firmes y satisfechos con nosotros mismos, podamos asomarnos al abismo de la realidad evitando lo que Emma Bovary no pudo sortear: caer en él.

NOTAS

  • G. Flaubert, Madame Bovary (Siruela, trad. Mauro Armiño), p. 218
  • En su ensayo Le Bovarysme, la psychologie dans l’oeuvre de Flaubert.
  • G. Suárez, El Mundo, nov. 2016.
  • J. Barranco, La Vanguardia, enero 2017.

Artículo disponible en el blog FILOSOFÍA EN LA RED
https://filosofiaenlared.com/2022/09/madame-bovary-y-el-vacio-existencial/