Literatura

Una nueva virilidad y otros ensayos sobre el sexo y la época

Por María Paula Giordanengo

“Prefiero pensar que el sujeto más que el poeta es el poema”
Gabriel G. Artaza Saade

El libro “Una nueva virilidad, y otros ensayos sobre el sexo y la época”, de Gabriel G. Artaza Saade (Letra Viva, 2018), nos ofrece una lectura acerca de los parámetros en que se inscribe la masculinidad en la época actual, a través de un recorrido exhaustivo por los textos freudianos.

Partiendo desde lo que el Psicoanálisis nos enseña sobre el amor, el basamento infantil de toda elección amorosa, se va acercando al caso Juanito - acompañado por la lectura de Lacan - para establecer una primera distinción fundamental; “legalidad”, haciendo referencia a la elección heterosexual del Juanito, y “legitimidad”, en tanto éste nunca abandona cierta posición pasivizada. De este modo, opone ambos términos para pensar en la masculinidad contemporánea, y el lugar de la virilidad hoy.

Interroga, por otra parte, el lugar de los celos en la pareja restituyéndole a éstos la autenticidad del deseo. Cito; “…el sujeto denuncia al otro y a su vez proyecta sobre la pareja su propio deseo de engañar… Quien proyecta no lo hace sobre una pantalla en vacío sino que proyecta porque reconoce en el otro su propio deseo inconsciente de infidelidad”. El discurrir de la conceptualización de los celos conduce al autor a atribuirle a éstos un carácter, por así decir, estructural, dada la temprana conformación del Yo, como instancia “paranoica”. Lacan va a decir que la estructura de personalidad es paranoica, en tanto se instituye a partir de la temprana transitividad, en la que el Yo es esencialmente otro. Enlaza el sufrimiento de los celos a la pasión de la mirada, a la pregnancia que la imagen contemplada del otro, retorna con la fuerza de una pasión.

Este ensayo recorre la boca y sus placeres para articular el concepto de borde pulsional, adentrándose en la idea de lo paradojal del goce, en un más allá del principio del placer. Del goce a “los goces”, a la multiplicidad de goces contemporáneos que tienen su anclaje en el cuerpo. “Para gozar hace falta un cuerpo”, dice Lacan.

El autor contextualiza el Psicoanálisis en el discurso de la época, pasando por el racismo y la segregación que se perpetúa históricamente, hacia las nuevas segregaciones de lo humano, de lo propiamente subjetivo, excluido por las neurociencias que reducen los fenómenos humanos más complejos, el amor, el dolor, los celos, a sustancias químicas en exceso o déficit.

Dice Gabriel; “El Psicoanálisis es una práctica que apunta a recuperar la dimensión histórica del sujeto, en tanto su padecimiento, su sufrimiento, en suma, su síntoma tiene que ver con una cadena discursiva e histórica”.

El pasaje por la llamada “normalización” del cuerpo comandada por imperativos sociales, anuda el Superyó a la entronización de una sociedad cada vez más marcada por espejismos narcisistas, donde no existe una distancia que preserve la intimidad. El imperio de las imágenes se ha llevado consigo la diferenciación entre lo público y lo privado, en el cual, apunta; “solo es verdadero lo que es visible”.

¿Qué lugar para alojar la subjetividad, en este marco donde el mundo aparece invadido por las imágenes, donde lo privado se encuentra estallado, globalizado, arrojado al universo de la información?. En este contexto, y adaptados a lo que el capitalismo impone, la aparición de los llamados “neosolteros”, para quienes la pareja resulta un obstáculo, se constituyen en fieles defensores de la cultura exitista creciente.

Los síntomas se visten de las envolturas formales de cada época. La actual está signada por los excesos y el empuje a un goce unificado, inalterado, del que los sujetos deberán servirse si quieren pertenecer a ella. Excesos frente a los que los sujetos no tardan en responder con sus malestares subjetivos, única defensa frente a lo real.