Arte

Georges Méliès y la magia del cine

Por Tres minutos de arte

Imagen: una de las escenas emblemáticas de Viaje a la luna (Georges Méliès, 1902)

Georges Méliès es el gran creativo de los comienzos de la historia del cine. Es quien a esos primeros films cortos que asombran al público, la mayoría de las veces sin ser más que escenas tomadas de la realidad (como una locomotora llegando a una estación, o la salida de los obreros de una fábrica), agrega efectos especiales, ilusionismo, fantasía. Méliès es el creador de la magia del cine.

De pequeño, se deslumbra de manera decisiva con la actuación del gran mago de su tiempo: Jean Eugène Robert-Houdin (de quien luego tomaría el nombre el famoso Houdini). Y la vida lo lleva, años más tarde, a comprar el teatro de ese mago, para producir él mismo espectáculos de ilusionismo. El propio Méliès se encarga de los decorados, la escenografía, las maquinarias para generar las ilusiones. E incluso antes de conocer el cine creado por los hermanos Lumière, uno de los espectáculos más asombroso de su teatro es la proyección de diapositivas con escenas bien exóticas sobre una gran pantalla.

Entonces conoce el cine, en la primera proyección pública de los hermanos Lumiére en 1895, y además de entusiasmarse con su potencial creativo, también lo ve como de enorme potencial económico para su teatro. Pero los Lumière no le venden una cámara y, ante el fracaso de “inventar” una él mismo, tendrá que comprarle un aparato similar a otro inventor llamado Robert William Paul.

A partir de ese momento, no sólo se pondrá a crear películas una tras otra (llegará a filmar unas 500), sino que además es quien construye el primer estudio cinematográfico de la historia (para poder seguir filmando sin importar las inclemencias del tiempo). Un estudio que cuenta con mucha “maquinaria” para generar trucos visuales asombrosos.

Con una formación atravesada por el teatro y la magia, Méliès filma historias guionadas, con argumentos, lo que además implica realizar los primeros montajes (lineales, sin alterar la temporalidad, pero que son los primeros al fin). Asimismo, produce decorados fabulosos que recrean mundos inexplorados o fantásticos, y también desarrolla trucos que generan ilusiones y efectos especiales deslumbrantes.

Uno de los trucos más conocidos es el stop trick, que consiste en detener la cámara, sacar a una persona u objeto y volver a rodar, generando la ilusión de una desaparición. Otro es el de la exposición múltiple: filmar una y otra vez sobre la misma película distintos elementos de la escena, lo que le permite multiplicar los objetos o las personas. Pero Mélès no sólo hace desaparecer personas, o las convierte por ejemplo en un esqueleto, o se multiplica a sí mismo siete veces, sino que también hace explotar su cabeza o hace que en una posada embrujada la ropa se mueva sola por la habitación, o hace flotar cabezas por el aire.

Y como si no fuera suficiente, también hace magia dándole color a algunas de sus películas, con la trabajosa técnica del coloreado a mano, fotograma por fotograma.

Georges Méliès no inventa el cine, pero es quien inventa todo lo que convierte al cine en maravilla.

Artículo disponible en el blog TRES MINUTOS DE ARTE
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