Arte

Entrevista a Graciela Islas

Por Daniel Mussatti

Los pinceles bailan y mi alma pinta

¿Cómo fue tu primera conexión con el  arte?

Desde los ocho años comencé a dibujar, siendo el retrato  mi tema preferido. No tuve ningún integrante de mi familia que se dedicara al arte, no tenía ningún sendero indicado. Lo que me llevó a iniciarme en  esto, que me llevó a ser artista, fue sólo intuición.

A los doce años llegó a mi pueblo pampeano una docente de arte que examinaba mis retratos y dejaba su impronta.

Una modista de alta costura vivía frente a mi casa; recuerdo compartir con ella sus creaciones y aportar en accesorios que yo misma creaba para sus prendas. En estas actividades me di cuenta que la creatividad caminaba conmigo.

Hoy la creatividad es lo que hace más interesante y entretenida mi existencia. Haciendo la cama, cocinando, modificando la estética de mi hogar al jugar con los objetos, en mi atelier, crear, continuamente crear... es mi manera de vivir.

 

Kandinsky nos habla de una Ley de Necesidad Interior que se aprecia en tu obra.

Ningún referente especial ha marcado  definitivamente mi obra. Mi esencia es verdaderamente pura y sin influencia de estilos que hayan intervenido en mi necesidad de expresarme.

Si bien ahora "cumplo" con una Ley de Necesidad Interior, mis obras son abstractas y la creatividad pura pulsión. En mis primeras etapas, que fueron figurativa, naif y realismo mágico, recibí la influencia de un paisaje que recorrí durante mis tres primeros años de escuela secundaria. Yo vivía en Anguil, muy pequeña población en la provincia de La Pampa, y todos los días viajaba 30 km hasta Santa Rosa en un antiguo colectivo, al que todas las mañanas, muy temprano, le costaba arrancar. Viajes que llenaron de anécdotas mi pre-adolescencia, en un marco de paisaje clásico del campo pampeano, con vistas  que luego participaron en  primeras obras en mis inicios naif.

 

Para la mayoría de los artistas los cambios hacia nuevas formas, conceptos o estilos producen un espacio de grandes dudas e interrogantes, elección que lleva a ciertas "angustias" artísticas. ¿Cómo te llevás con el tema?

Mis cambios son investigaciones que duran 30 ó 40 obras y, sin darme cuenta, me encuentro en otra búsqueda. De esa manera llegué al esencialismo, uno de los grandes quiebres, con  el cual llegué al abstracto y al disfrute del mensaje del alma expresado en arte.

 

En los últimos años hemos visto algunas de tus instalaciones, muy conceptuales por cierto.

Estas aparecieron luego del esencialismo. Me siento cómoda realizándolas. El trabajo con diferentes materiales no te encuadra y, en el momento de crear, trabajas con espacios más amplios, casi con más libertad.

 

Has mantenido tu identidad, tu personalidad calma, en todas las etapas de artista. ¿Cómo se logra?

Simplemente siendo auténtica y, al no tener referentes específicos, no he sido invadida por otras formas de crear. Es por eso que puedo transmitir mi esencia en toda mi producción.

Me agrada y disfruto que mucha gente, que viene al atelier a comprar mi obra, al llevársela se define con el comentario de que ésta genera tranquilidad.

 

Tuviste premios en  tus participaciones en diferentes salones. ¿Para vos artista, cuán importantes son?

Los premios nunca fueron el motor de mi producción; soy artista y me hace feliz. Hacer arte es contar con un gran medio de comunicación con el otro.

No se justifica toda la expectativa en la creación y empaque de la obra para caer en la subjetividad de un jurado... prefiero lanzarla al mundo.

 

¿La docencia fue parte de tu trayectoria?

Mi actividad en la docencia fue un paso mágico en la vida. El dar y recibir fue fantástico en lo personal y mucho despertar conciencia en la gente y en mí.

Fue en donde los pinceles bailaban en los colores que fluían sobre las paletas, creaban un clima tan armónico y terapéutico que nos transportaban a todas. Llegué a tener cincuenta alumnas por semana. Maravilloso.

Durante treinta y cinco años tuve el taller, hasta que apareció Marcela Gásperi que dirige "Pensar con los Ojos".

 

Comentame, por favor, acerca de ese método.

Comencé a participar de los seminarios de  Marcela en Bs. As.  Llevaba mi obra para que ella la conociera y después las de mis alumnas. Hice las dos partes, de docente y de alumna. Esto marcó un antes y un después en mi relación con el arte. Me abrió la cabeza desde un lugar que comunicaba la parte cerebral con el alma.

Entender la esencia y el alma de la obra, ver de dónde venía y que ahí estaba auténticamente yo, comunicando al mundo. Abriendo caminos al espectador para que también aportara en esa obra. Por eso me gusta tanto despegarme de mis trabajos una vez que considero que no puedo aportar nada más. Dejando que caminen por otros lugares, buscando otros ojos visores que sigan aportando en ellos haciéndolos grandes.

En esos momentos, con una amiga llamada Laura Leonart, decidimos traer a Marcela Gásperi y abrir la posibilidad en Neuquén de la experiencia artística que habíamos vivido.

Actualmente estamos con estos seminarios que se realizan dos veces por año. Hemos armado una tribu fantástica donde todos hablamos el mismo idioma. Nos aporta y abre redes fantásticas de psicología y filosofía de la creatividad. Nos hace caminar juntos en un espacio único, íntimo y grupal que lo hace mágico.

 

María Madre, Fundación CONIN... siempre se ha destacado tu actitud solidaria.

El espíritu de colaboración  lo incorporé desde niña conviviendo con  la actitud social de mi padre, hombre de campo, y de prestar atención a las necesidades, en soledad, de mucha gente que lo rodeaba.

Siempre trabajé con un fin solidario y sigo haciéndolo. Fui fundadora de la Asociación María Madre por un niño neuquino. Trabajé durante muchos años bajo el concepto de que el niño debía tener su espacio. Temas como escolaridad y protección fueron fundamentales.

Cada fin de año hacíamos una "Muestra de cosas lindas". Nos cedían salas de arte o casas en alquiler que ambientábamos en  lo decorativo y lo artístico. Fue una iniciativa de mucho éxito; era una época donde la Ciudad de Neuquén se prestaba para que eso ocurriera.

 

En el último remate de tus obras me comentaste que su venta te crea un vacío necesario.

Hace muchos años en una exposición naif, en la Sala Saraco, me interesé en comunicarme con una pareja que prestaba atención a mis obras. Al comunicarme con ellos me hicieron ver detalles que yo "no había hecho". Como ya comenté anteriormente, desde ese momento despojarme de mis obras es darles una nueva vida, es permitirles crecer en nuevos mundos, darles la posibilidad de miradas infinitas. Esto trae como consecuencia un vacío, en el cual me siento cómoda y me anima a nuevos proyectos.