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La vigencia de Freud: creador del psicoanálisis

Por Violeta Paolini

Para homenajear al creador del Psicoanálisis me voy a remitir a su historia:

Freud quería que se lo recuerde por el descubrimiento del inconsciente y pide que se ponga una placa con su nombre y la invención en 1900, por su obra: "La Interpretación de los sueños." Siendo la vía regia para el descubrimiento del inconsciente, nos da la pista del deseo y su Interpretación, cuestión fundamental en la clínica psicoanalítica. Es la famosa “Psicopatología de la vida cotidiana”, por la cual empieza su teoría y desarrolla una primera parte de su obra sobre los caminos que toma el inconsciente en la neurosis, para hacerse escuchar. Luego dirá, para leer como jeroglíficos, así como decimos, siguiendo a Lacan en su enseñanza más avanzada y parafraseando a Miller, que en un análisis se trata de leer la letra del síntoma, vía la transferencia. Ya que no es lo mismo escuchar la palabra del analizante que leer el inconsciente. En tanto el sueño se presenta como un relato, que habrá que descifrar.

Freud descubre que hay una instancia, que escapa a las significaciones inconscientes reprimidas y que hay un núcleo de goce que tiene que ver con lo pulsional, la energía libidinal que está separada de las representaciones. Es Sigmund Freud quien le da un nuevo estatuto al concepto de inconsciente. No es sin su descubrimiento, retomado por Lacan que podemos pensar la clínica psicoanalítica hoy, con los síntomas contemporáneos y la acción lacaniana orientada por Miller quien ha retomado a viva voz la política y la incidencia de los psicoanalistas en lo social, tal como lo escuchamos el domingo 2 de mayo.

Hoy particularmente vivimos atravesados por el distanciamiento social y preventivo, acompañado por algunos de invenciones que le permiten sostener sin mayores dificultades  su vida cotidiana; hay los que sufren de una especie de claustrofobia, quienes desesperadamente necesitan hacer algún movimiento para salir del “encierro”, que se les torna atormentador; y hay los que por ejemplo, este tiempo, les viene resultando demasiado cómodo, con cierta instalación en una soledad poco sociable, más cercanos a la inhibición, al control, a determinadas obsesiones, o pequeños síntomas obsesivos, rituales, temores, etc., es decir, una exacerbación sintomática de problemas latentes que han despertado ahora. Pero el síntoma es lo que insiste siempre de la misma manera, y por ende, diría que tiende a mantenerse, los que están en trabajo de análisis, lo continuarán elaborando. Y en relación a la angustia, por ejemplo, tener que volver a ocupar lugares, funciones, responsabilidades, lo que genera una nueva reconfiguración de un mundo simbólico. O la incertidumbre constante.

Así es que el inconsciente, sigue haciéndonos pensar e investigar, aún en tiempos de coronavirus. El deseo del analista es lo que sostiene nuestra práctica, y en eso, somos inclaudicables. Allí ubicaría la vigencia del legado que nos dejó Freud. Se trata para nosotros, de la política del síntoma. Es así como intervenimos a la manera del “analista ciudadano” en términos de E. Laurent en la Comunidad, en las políticas actuales en relación a las leyes sobre temas clínicos que nos competen: Autismo, Género, Transexualidad, Biopolítica, Violencia, síntomas de la época, por lo cual constantemente mantenemos conversaciones con otros oficios: educadores, legisladores, médicos, artistas, y otras disciplinas. También actuamos leyendo los entramados sociales y las conformaciones que se van dando en el mundo. Recordemos a Freud cuando plantea al ser humano como un ser social como base de su advenimiento como sujeto, quien no lo sería sin su relación a un otro.

Comparto un breve comentario que extraigo de una de las Charlas abiertas a la Comunidad “La práctica analítica hoy, más que nunca”

Freud ubicaba la imposibilidad del psicoanálisis, cuando lo equipara a las imposibilidades de educar y de gobernar- en relación a la duración de los tratamientos -ya que en esa época solían ser breves- tanto como a la confrontación con la roca de la castración, que entendía como el rechazo de la posición femenina para ambos sexos. Así lo leemos en el texto “Análisis terminable e interminable”, como un resto imposible de subsumir. La histeria denuncia esos fracasos, contestando al Amo.

Lacan formula la imposibilidad del psicoanálisis en la de la escritura de la proporción sexual.

En “Radiofonía” contesta una pregunta en relación a si Gobernar, educar y psicoanalizar son tareas imposibles en tanto lo imposible, a esa altura de su enseñanza, es lo real. Y Lacan responde, que en efecto son apuestas. Y se refiere al discurso del analista. Por el análisis, dice, allí no hay más lisis (la n’ a lyse: que significa tanto disolución como restablecimiento), que la imposibilidad de gobernar lo que no se domina, comandar el saber inconsciente y el goce. El discurso del analista podría permitir circunscribir ese real.

“En las tres “profesiones imposibles” se trata de la subjetividad donde la contingencia, lo azaroso, imprevisto, hace fracasar el cálculo, la planificación. ¿Cómo formar sujetos que consientan a acoger la contingencia y operar con ella sin fórmula o modelo alguno, pero bajo una lógica rigurosa? Tanto la política que impone modelos y excluye las demandas sociales como la docencia que no repara en la singularidad de sus sujetos han mostrado con creces sus fracasos. Si el sistema educativo da títulos que acreditan un saber, en las “profesiones imposibles” se trataría de títulos que legitimen que alguien sabe hacer con lo que no se sabe, con lo imprevisto, y demostrar la eficacia de su acción”.

Servirse de la genialidad de Sigmund Freud volviendo a sus enseñanzas, nos orienta en nuestra praxis, con el deseo de saber del analista en movimiento, gracias a Freud y sus seguidores!

Villa la Angostura, 02/05/2021