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Ucrania

Por Rosa López *

La modernidad correspondiente al tiempo de la ciencia perdió el sentido de lo trágico en un intento por silenciar y olvidar el mensaje que la tragedia transmite. Es el psicoanálisis quien viene a recordarlo. Nietzsche anunció la muerte de la tragedia a manos del optimismo, la fe en el progreso y la confianza en la razón. Freud se lamentaba de la debilidad del hombre moderno. Lacan, sin embargo, recupera el poder ejemplarizante de la figura de Antígona.

La época moderna instauró una zona de sombra que opaca la tragedia, la oculta, a la vez que construye el gran mito de la emancipación del hombre moderno. ¿Cómo definir al hombre moderno sino como esa voluntad del yo soy igual a yo, esa voluntad que, buscando la transparencia absoluta, se pierde por lo que Hegel describió como «El laberinto de los espejos"?

Freud, en «El porvenir de una ilusión«, denuncia que la historia moderna podría contarse como la ilusión de un mito posible, de un futuro fehacientemente verosímil que está a la mano y que ha tenido, a lo largo de los tiempos modernos, una insistente forma de configurarse, la que le dan los diferentes programas que la conciencia moderna representa. Como la historia ha demostrado esto no es más que un cuento, una fábula, una historia para edificar a los niños. Intenta hacer verosímil una forma de experiencia ideal que la realidad se encarga de contrariar. Lo que se impone en ella es lo no resuelto, lo que no funciona, lo que no se entiende, la no continuidad. En definitiva, se impone lo que la cultura griega define como «Hybris«, que podría traducirse como ultraje, violencia, como aquellos actos que el hombre realiza de una manera desenfrenada o desatada, como aquello que no es armónico y que rompe toda ilusión de que el Sujeto pueda funcionar de acuerdo con sus intereses.

Nietzsche en el prólogo a la 2ª edición de «El origen de la tragedia» denuncia «la gran estafa de Occidente«. Esta consistiría en habernos dado una imagen falsa de Grecia, una supuesta cultura griega ordenada, armónica, equilibrada, canónica, clásica, y habernos ahorrado la otra parte de Grecia: la tragedia. En definitiva, haber intentado superar a Sófocles, haber querido suturar a Antígona.

Es decir, la filosofía, que detecta el dolor en el ser humano, a la vez no puede abdicar de su afán por superarlo. El filósofo toma siempre a su cargo aquello que ya escribió Platón en la Carta VII como las tareas indispensables de la filosofía, a saber, primero, salvar la «polis«, y segundo salvar los fenómenos, fijar un sistema de representación que pueda dar cuenta de la experiencia, que ésta pueda ser perfectamente traducida y representada.

Jacques Lacan sostiene que la tragedia es algo que la filosofía no puede resolver y tiende a soslayar haciéndose cómplice del discurso del amo. Es la posición contraria a la del psicoanálisis que no quiere desembarazarse de esa verdad que la tragedia transmite y lleva hasta sus últimas consecuencias la dimensión trágica de la condición humana, no hace concesiones a los discursos imperantes, planteando otro modo de abordar el dolor que no esté basado en un ideal de falsa superación.

Europa ha representado la excelencia de un proyecto de paz y estabilidad que ahora hace agua por todas partes. Fallan las políticas esenciales como la del asilo y la emigración y no dispone de instrumentos para resolver las crisis geopolíticas. En un mundo donde el conocimiento es mayor que nunca y además lo tenemos al alcance de la mano, no sabemos adónde vamos.

Enfrentados a una crisis del sistema geopolítico mundial, la peligrosidad del mundo se hace patente. Una potencia nuclear es capaz de declarar que utilizara todo su armamento frente aquellos que se le opongan. Por otra parte, en los próximos años asistiremos a una relativa proliferación de las armas de destrucción masiva que estarán al alcance de muchas naciones

¿Conseguirá Eros detener el movimiento de Thanatos?

Frente a lo desconocido reaccionamos creando instrumentos de garantías que nos protejan, pero la defensa es insuficiente si no se sostiene en un orden de relación con el Otro. ¿Cómo salir de la relación smithiana amigo-enemigo hacia la cooperación y el establecimiento de reglas que pueda imponer el Estado de derecho en las relaciones internacionales?

En definitiva, la tragedia ilumina el destino general del ser hablante, pero también abre un margen de maniobra en el que la cooperación, el amor, la amistad se podrían imponer como la cara más noble de la política.

*Psicoanalista. Miembro de la AMP (ELP)
Fotografía seleccionada por el editor del blog.

Artículo completo disponible en el blog ZADIG ESPAÑA
https://zadigespana.com/2022/02/26/ucrania/