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“La soledad como partenaire”

Por Violeta Paolini

“La soledad de la escritura es una soledad sin la que el escribir no se produce, o se fragmenta exague de buscar qué seguir escribiendo. Se desangra, el autor deja de reconocerlo. Y, ante todo, nunca debe dictarse a secretaria alguna, por hábil que sea, y, en esta fase, nunca hay que dar a leer, lo escrito a un editor.”

“Escribir”, Margarite Duras.

“Así se la satisfaciera en la exigencia de amor, el goce que se tiene de una mujer, la divide, haciendo de su soledad partenaire, mientras que la unión queda en el umbral” (Lacan, “El atolondradicho”, Otros escritos.)

“Tan solo como siempre he estado en mi relación con la causa analítica” (Lacan, Acto de Fundación)

A partir de estas frases me interrogo sobre la tensión posible entre la soledad como partenaire de una mujer, y la soledad como partenaire del analista en tanto aquello que lo causa, inaugurando un discurso sin palabras.

Cómo se articula esto entonces con la otra frase de Literaturre que tomó Miquel Basols en las Jornadas anteriores: “Lo femenino, entre centro y ausencia”? "Entre centro y ausencia, entre saber y goce, hay litoral que sólo vira a lo literal para que ese viraje puedan ustedes tomarlo igual en todo momento. Es sólo por eso que pueden ustedes considerarse como agentes que lo sostienen". De “Ou pire”: “la mujer está entre, entre el centro de la función fálica de la cual participa en el amor y…la ausencia”

Miller plantea en “Los signos del goce” que en la exigencia de reconocimiento en el amor, hay aún un esfuerzo por inscribir el goce en la relación con el Otro, lo cual fracasa en tanto la soledad de la mujer se funda en un goce al que ningún hombre puede seguirla. Es decir: no hay relación sexual.

Aún cuando en el plano del amor, la mujer encuentre un significante para su deseo, esto no impide que ella siga siendo compañera de su soledad, que se funda en el goce en el que ella está sola, por fuera del amor, con el íncubo ideal de “Ideas directivas”, goce más allá del falo que es del orden de lo infinito porque falta de ese lado lo que le da la medida, y entonces, no se trata aquí de la falta a la que lleva el Uno-Todo sino de la serie ilimitada, de lo que se salta de la cadena, dado que sin la medida de la excepción la serie empuja al infinito.(G.Kait)

(Otro tema que converge aquí, pero que no desarrollaré es lo que luego Lacan planteará como el verdadero compañero de la soledad del ser hablante que es el objeto a, una soledad más estructural. Así como la salida del análisis por el lado del síntoma)

M. Basols plantea el espacio de lo femenino como un espacio no bordeado donde exterior e interior no se pueden escribir, predominando una lógica de presencia-ausencia.

El encuentro con un hombre hace a la mujer Otra para sí misma y así el goce la divide la causa, por un lado, y por otro, la sobrepasa.

El goce femenino es solitario pero no autoerótico. Dos tipos de goce para lo femenino: localizado, fálico, a diferencia del Otro: loco, difuso, fuera de cuerpo, silencioso. Ya lo decía E. Laurent “Ellas quieren que les hablen para sentirse amadas, pero también quieren gozar en silencio”, “gozoausencia” en la mujer.

Catherine Millot, en su libro “Oh, soledad” habla del pasaje desde “el desierto solitario a la capacidad de estar sola”, habiendo sorteado la angustia de lo que sentía como abandono, a

“la dicha de vivir sola, cuando la levedad que la acompaña llega hasta el borramiento de sí en la alegría contemplativa”. Refiere cómo quedaba estragada por su posición respecto del amor, “el mundo se desmorona si el otro no está”, por su dependencia absoluta del otro. “EL amor da la ilusión de salvarnos de la soledad: pero, dice, tal vez existe el verdadero amor allí donde dos soledades se encuentran.” Con la escritura, ella ya no está sola. La obra requiere soledad, una soledad que ya no se padece sino que se espera. La soledad es necesaria para darle aire a la relación con los demás.

Así lo refieren también algunos artistas, la necesaria soledad para crear. El silencio.

Me pregunto cuál sería la articulación entre ese silencio de la sublimación y el goce del silencio como producto de un análisis, silencio de lo pulsional, silencio vital en tanto encuentro con el agujero de lo real.

Y así como una obra literaria por ejemplo pasa a los que la leen, los restos de un análisis pasan en los testimonios de los AE, como restos fecundos a la Escuela.

En palabras de Leonardo Gorostiza: Una experiencia de vivificación correlativa a que allí, donde el silencio de la voz áfona del superyó no cesaba de vociferar, pudo advenir otro tipo de silencio, el silencio de lo que una mujer, en tanto tal, jamás podrá decir.