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Los nuevos feminismos

Por Mónica Torres

Psicoanalista, reside en Buenos Aires.
He leído últimamente muchos textos sobre lo que ha sido llamada la cuarta ola del feminismo. Conviene decir feminismos en plural.

En el 2011, M. H Brousse planteaba que la solución lacaniana no es segregativa. Y que es clara: las fórmulas de la sexuación del lado femenino, constituyen un conjunto inconsistente e incompleto.

A la vez, hay una lectura más sociológica que también he considerado. Para esto voy a mencionar a Nancy Fraser.

Tanto Brousse como Fraser nos hablan del movimiento feminista en los 70, que muchos recordamos.

La militancia de Fraser comienza con el apoyo a los derechos civiles a la oposición a la guerra de Vietnam, luego el movimiento estudiantil y después el feminismo.

Ambas relacionan el marxismo con el feminismo en aquellos años.

Más tarde, las mujeres comienzan a ser pensadas como alternativa a la categorización marxista de las clases.

El eslogan de la época: hacer el amor, no la guerra. Las mujeres ya no eran el complemento de lo masculino y la heterosexualidad reinaba aún sobre lo que era pensado como reciprocidad.

En Francia el eslogan se fue agotando.

En los EE UU, al contrario, el movimiento se radicalizó cada vez más.

Apareció la teoría de género y los movimientos de gays y lesbianas. El movimiento queer cobró fuerzas.

La cultura queer estaría más cerca de lo que JAM ha llamado con el último Lacan ‘Hay de lo uno’.

En nuestro país fue aprobada también la ley de identidad de género.

El psicoanálisis no está de acuerdo con el concepto de identidad, ya que habla de identificación, ni con el de género, al que opone el de sexuación.

Sin embargo, a los fines de esta conversación, mencionaré un texto de Nancy Fraser, escrito en el 2013, que en nuestro país, circuló durante el 8 M (Día de la mujer).

En él advierte el peligro de un feminismo subordinado al neoliberalismo.

El feminismo que ella había soñado como colaborador de la participación democrática y de la solidaridad, empezaba a aparecer como una nueva forma individualista, de un escenario liberal. La autocrítica que se hace es haber contribuido con importantes ideas a este ‘empoderamiento’.

La primera, es la de la lucha contra el salario familiar, cobrado por el hombre proveedor, que fomentaba la idea de la mujer ama de casa.

Las mujeres, entonces, salieron a trabajar, lo que trajo como consecuencia salarios más bajos y aumento de la pobreza.

En algunos países de Sudamérica (como Argentina, Brasil y Uruguay) hay una situación laboral diferente a la de los países altamente industrializados. En la Argentina, es el cónyuge con mayores ingresos el que cobra el salario familiar, cualquiera sea su sexo.

Por otra parte, en nuestro país, hace unos años se aprobaron leyes que benefician a las amas de casa y también a las empleadas domésticas, que cuentan ahora con obra social y jubilación.

Otros países de América Latina, siguen más el régimen anglosajón, es decir como el de EEUU e Inglaterra.

Vuelvo a Fraser. Se enfatizó la idea de que el economicismo dominante, no tenía en cuenta otras injusticias que no fueran las de clase. Como reacción se afirmó la ‘identidad de género’ en desmedro de la importancia de la distribución de la riqueza.

De hecho el Movimiento “me too” lanzó a las actrices de Hollywood a denuncias que acabaron con las carreras de famosos productores y actores. La serie House of cards, adelantó en la ficción lo que iba a ocurrir en la realidad. El actor fue acusado de abuso al mismo tiempo que la actriz principal se quejaba de tener un menor salario y en la serie sustituía a su marido como presidente de los Estados Unidos. Pero otras actrices, de menor fama y dinero se quejaron de que ni siquiera había sido invitadas a la ceremonia, en la que, las más ricas y famosas se vistieron de negro para decir Me too y Time’s up.

El tiempo de los abusos de los hombres contra las mujeres se acabó. Quien podría estar en desacuerdo con eso? O con nuestro “Ni una menos”, en un país con un alto índice de femicidios. Como reverso de la política inclusiva de las mujeres en los puestos de trabajo. Al menos de derecho, aunque no siempre de hecho.

Por otra parte, las mujeres en puestos de servicios cobran menos salario y están muy a menudo a cargo de hogares mono parentales. Y son, en general, las mujeres las que ocupan puestos de servicio.

Quizás las francesas se han opuesto al “me too” (que no es lo mismo que el “ni una menos”) con su movimiento “moi, non plus”, parafraseando la hermosa canción de los 70, Je t’aime, moi non plus, pidieron su derecho a la seducción y acusaron prácticamente de mormonas a sus colegas norteamericanas. Finalmente se retractaron. El movimiento no fue sólido, al contrario, bastante confuso.

Entonces, los nuevos feminismos, ¿progreso o mistificación?

Entre nosotros, Graciela Musachi, nos habla del nuevo feminismo como un nuevo rostro de la de la femeneidad, una nueva mascarada que intimida a los hombres y se asemeja al amor cortés pero con menos talento. O sea, una nueva forma de velar el “no hay relación sexual”.

Por mi parte, creo que en los 70, la liberación sexual favoreció el encuentro entre hombres y mujeres. Hagamos el amor, no la guerra, el amor libre, etc.

Mucho más adelante, apareció la feminización del mundo que se refiere al predominio del conjunto abierto sobre el universal masculino.

Pero los nuevos feminismos hacen de las mujeres un conjunto cerrado. ¿Se ubican entonces, del lado masculino de las fórmulas de sexuación?

¿Tenemos ahora dos conjuntos cerrados y separados?

No quiero dejar de advertir, que ya no se trata, aparentemente del empuje a la surmoitié del que Lacan nos advierte en “El atolondradicho” pero siempre hay que considerar que la pasión femenina tiene su costado de empuje al crimen.

¿Estamos ante un nuevo canto de las sirenas?

También quiero considerar dos cuestiones. Una, es que la posición del analista siempre es éxtima.

También en la política: eso es imprescindible.

La otra, es que los analistas aún no hemos encontrado en la Argentina, una manera de hacernos oír en el Senado, por ejemplo en relación a leyes de matrimonio homosexual, o de identidad de género.

Es posible que no nos llamen. Jacques- Alain Miller, logró hacerse invitar al Senado Francés, en ocasión de la cuestión del matrimonio homosexual (12 de marzo de 2013). Del que se mostró a favor.

Pueden leerlo en el libro “Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación” que compilé junto con Graciela Schnitzer, Alejandra Antuña y Santiago Peidro en el 2013.

Allí, Miller tomó posición a favor del matrimonio homosexual y conversó con los senadores presentes acerca de la filiación y la procreación que podrían resultar de esos matrimonios. Esto último fue más resistido, por supuesto.

La extimidad de nuestra posición no nos exime de nuestra necesaria participación en el malestar en la cultura del tiempo que nos toca vivir.

En eso estamos. De hecho la movida Zadig y esta misma revista es un modo de participar en los debates actuales.

Es necesario conversar con otros ‘actores sociales’. La libertad de pluma va en esa dirección.

Fuente: La libertad de la pluma

Mónica Torres: Miembro de EOL-AMP. Miembro del Consejo Científico Académico del ICdeBA. Docente del Instituto Clínico de Buenos Aires ICdeBA. Responsable del “Departamento de estudios psicoanalíticos sobre la Familia –Enlaces” y Directora Editorial de la Revista Enlaces. Autora de varios libros, entre ellos: Cada uno encuentra su solución (Grama, 2012) y Uniones del mismo sexo (Grama, 2010).